La primera persona que propuso que la concentración de CO2 en la atmósfera podía provocar un aumento significativo de la temperatura de la Tierra fue una mujer. Sin embargo, la fama se la llevó John Tyndall unos años más tarde.

Eunice Newton Foote (1819-1888) nació en Goshe, Connecticut, en 1819. Cuando todavía era una niña, se mudó con su familia al estado de Nueva York. Allí tuvo la oportunidad de formarse en disciplinas científicas, como la biología y la química. En 1841, se casó con el abogado y matemático Elisha Foote, con quien compartía el interés por la investigación. Montaron un pequeño laboratorio en su casa, donde empezaron a hacer experimentos.

El papel de Eunice Foote era el de una científica “aficionada”. También era una persona sin derecho al voto, que no podía acceder a la educación superior y que tampoco podía ocupar cargos públicos por su condición de mujer. En la década de 1840, algunas mujeres de Estados Unidos comenzaron a organizarse para denunciar estas y tantas otras restricciones políticas y sociales. Y, en 1848, la fuerza sufragista llevó a la celebración de la histórica Convención de Seneca Falls. 

Un total de 67 mujeres y 32 hombres firmaron este documento, que exigía la igualdad entre hombres y mujeres y el derecho a voto de estas últimas. Entre las personas firmantes estaban Eunice Foote y su marido. Aquella declaración no tuvo consecuencias inmediatas y el voto femenino no fue una realidad en Estados Unidos hasta 1920.

El 23 de agosto de 1856, cientos de hombres de ciencia se  reunieron en Albany, Nueva York, para la Octava Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Estas conferencias reunían a científicos estadounidenses para compartir nuevos descubrimientos, discutir avances en sus respectivos campos y explorar nuevas áreas de investigación. En aquella reunión solo se presentó un informe de calidad que llevaba por título Circumstances Affecting the Heat of Sun’s Rays y su autora era una mujer, Eunice N. Foote. Como en esos tiempos no se permitía que las mujeres presentaran informes a la AAAS, Joseph Henry, un profesor de la Smithsonian Institution, presentó el trabajo de investigación. Ni el documento de Foote ni la presentación de Henry se incluyeron en las actas de la conferencia.  Su importancia pasó desapercibida hasta que, en 2010, fue reivindicada por Raymond P. Sorenson. 

En 1859, tres años después de Foote, el físico y químico británico de origen irlandés John Tyndall publicó su famoso artículo titulado Nota sobre la transmisión del calor radiante a través de cuerpos gaseosos, publicado en las Actas de la Real Sociedad de Londres. En él no citaba el trabajo de Foote. Se desconoce si conocía su trabajo o pensaba que no era relevante.

Eunice creía que los hombres y las mujeres deberían tener igual acceso a la educación científica, lo que era una idea descabellada a principios del siglo XIX. Para cumplir su objetivo, contó con Emma Hart Willard, la maestra fundadora del Troy Female Seminary, una educadora y activista que estableció el primer plan de estudios de ciencias para las mujeres. Eaton también diseñó la construcción de laboratorios de química en ambas instituciones, que fueron los primeros en el mundo construidos exclusivamente para estudiantes. Fue allí donde Eunice desarrolló sus habilidades científicas experimentales.

Como otras muchas mujeres científicas olvidadas por la historia, la historia de Foote destaca las formas de discriminación que mantuvieron a las mujeres en el olvido en el mundo de la ciencia. 

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