Berta Cáceres fue una mujer indígena lenca que durante los últimos 20 años trabajó en la defensa del territorio y los derechos del pueblo Lenca (grupo mesoamericano que ocupa parte del territorio de Honduras y de El Salvador). Activista medioambiental, destacó sobre todo por su actuación contra de la privatización de los ríos y su lucha contra el proyecto de la represa de Agua Zarca en el río Gualcarque en Santa Bárbara. También se opuso a proyectos madereros y mineros.

Nació el 4 de marzo de 1971, en La Esperanza, Honduras. 

En 1993, Berta co-fundó el Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas Populares (COPINH), el cual organizó campañas contra los megaproyectos que violaban los derechos ambientales y amenazaban la tierra de las comunidades locales. Berta se luchó contra madereros ilegales, dueños de plantaciones, corporaciones multinacionales y proyectos de represas que cortaban los suministros de alimentos y agua a las comunidades indígenas. 

En 2013, fue acusada, junto a otros dirigentes indígenas, de inducir a cometer los delitos de usurpación, coacción y daños continuados en prejuicio de la hidroeléctrica DESA, por lo que se le dictó una medida de prisión preventiva. Amnistía Internacional declaró que los cargos debían ser retirados y que si los activistas eran encarcelados serían considerados como presos de conciencia. Además, recibieron el apoyo de cuarenta y cinco organizaciones de derechos humanos regionales e internacionales.

Denunció cuarenta y siete concesiones otorgadas a empresas internacionales mediante el uso de testaferros hondureños en las que se vendieron tierras, recursos y ríos mientras las comunidades que habitaban allí durante milenios eran desalojadas.
Tras años recibiendo amenazas de muerte, violación y de violencia física contra ella y su familia, Berta Cáceres fue asesinada el 3 de marzo de 2016, en su casa de La Esperanza, Honduras. Delito por el cual siete personas fueron declaradas culpables y condenadas el 2 de diciembre de 2019 por su asesinato.

El 2 de marzo se cumplió el sexto aniversario de su asesinato. Este suceso supuso un duro golpe no solo para la comunidad de defensores y defensoras de las Américas, sino para todo el mundo, ya que reflejaba claramente el arriesgado contexto al que se enfrentaban y se siguen enfrentando las personas defensoras de derechos humanos y del medioambiente.

Berta recibió el Premio Goldman (el mayor reconocimiento del mundo para medioambientalistas, el denominado Nobel Verde o Nobel de Medioambiente) en 2015, un año antes de su asesinato. Y en el 2021, a título póstumo, el Parlamento Europeo le otorgó el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, un galardón que comparte junto a personalidades como Nelson Mandela.

El legado más potente que dejó Berta Cáceres es un ecofeminismo práctico, que entiende que las condiciones de vida digna de las mujeres dependen directamente de la protección del medio ambiente y que la defensa de la vida pasa por cuestionar el modelo económico actual, que hace cada vez más insostenible la supervivencia y la reproducción social, material y natural.

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