La salud de las mujeres ha sido estudiada en la ciencia médica como la salud del ser humano varón. Su práctica, su estudio y perspectiva están hechas a la medida del hombre. Eso abarca todo: desde la estructura del propio sistema sanitario y su planificación, hasta la propia percepción de la salud y cómo se somatiza y medicaliza a los/as pacientes.

Ese patriarcado científico se extiende hasta la actualidad. Muchos fármacos se ensayan más en población masculina y se administran igual en hombres y mujeres y los comités y presidencias de las sociedades científicas siguen teniendo cuotas mayoritariamente masculinas.

Los sesgos de género en el ámbito de la ciencia y la salud tienen graves consecuencias sobre las mujeres y las identidades diversas. Hay enfermedades que se invisibilizan o se sobremedican, como la endometriosis, mientras que otras, como las dolencias cardiovasculares, se han estudiado casi exclusivamente sobre los cuerpos masculinos. Repasamos algunos ejemplos de las consecuencias de los sesgos de género en el ámbito de la salud:

  • En un estudio realizado por la Sociedad Española de Cardiología a petición del Observatorio de Salud de las Mujeres en el que, sin hablar específicamente de perspectiva de género, se demuestra que a un hombre y a una mujer con una cardiopatía isquémica no se les ofertan los mismos servicios sanitarios. Y que sólo el 15% de las mujeres están bien manejadas frente al 50% de los hombres.
  • Un análisis realizado por la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública analizó la repercusión del copago. Se concluyó que se trataba de una medida discriminatoria ya que la gente que está dejando de consumir fármacos son los que tienen la renta más baja. Ahí hay un tramo importante de mujeres debido a que viven más años de cronicidad. 
  • Antes se entendía que la menopausia llevaba a tener más hipertensión, más ansiedad, peor salud cardiovascular. De este modo, se medicalizaba la vida de las mujeres de manera que todos los síntomas que una mujer tuviera a cierta edad se atribuían a un efecto de la menopausia. Convirtiendo así un proceso natural asociado al envejecimiento en una enfermedad.
  • Otro ejemplo de la invisibilización de las mujeres en la medicina es la endometriosis, una enfermedad que afecta a una de cada diez mujeres en el mundo, pero que ha salido a la superficie solo en los últimos años. La endometriosis consiste en que el endometrio, el tejido que recubre las paredes del útero por dentro, crece fuera del órgano. Puede llegar a ser muy dolorosa y causa infertilidad en un tercio de las mujeres que lo sufren. Aun así, el diagnóstico suele alcanzarse siete años después de los primeros síntomas, un promedio que revela la poca atención que recibe.

Frente a ello, podemos destacar algunos avances y buenas prácticas como las siguientes:

  • Desde julio de 1999 se está desarrollando, impulsada por el CAPS, la Red de Mujeres Profesionales de la Salud (Red-Caps) de ámbito estatal, que aglutina alrededor de 230 profesionales de todas las comunidades y diversas especialidades (entre médicas, psicólogas, profesionales de enfermería, trabajadoras sociales, sociólogas, etc.). La intención de la Red-Caps es facilitar el conocimiento mutuo, el intercambio de experiencias y conocimientos, y la posibilidad de formar equipos de trabajo, además de tener un espacio de reflexión multidisciplinar.
  • Además, en diversas autonomías del Estado español, se han constituido redes entre asociaciones de mujeres que se dedican a ámbitos diversos de la salud (salud laboral, mujer y SIDA, pro-lactancia materna, planificación familiar, etc.). Constituyen unos grupos organizados óptimos para establecer enlaces entre las políticas públicas institucionales a nivel estatal, autonómico o local, y las ciudadanas que se han de convertir en protagonistas de su salud. 
  • La revista MyS (Mujeres y Salud) editada por el programa Mujer, Salud y Calidad de Vida del CAPS (Centro de Análisis y Programas Sanitarios), nació en 1996. Cultiva el arte de ofrecer información científica en lenguaje comprensible, porque pretende ser una verdadera escuela de salud tanto para profesionales como para las destinatarias de los conocimientos, las mujeres y también los hombres interesados en la ciencia de la diferencia. La revista desea intervenir en la mejora de la salud de las mujeres con conocimientos y reflexiones científicos, y con la opinión y los trabajos de todos los grupos, equipos, personas y redes que trabajan en el tema. 

Los avances de los últimos años, sobre todo de la última década, han empezado a desvelar la ignorancia científica sobre las diferencias en el enfermar y en los riesgos entre mujeres y hombres, pero todavía falta mucho camino por recorrer.

Fuentes

Compartir en :